Translate

domingo, 20 de enero de 2013

Las trincheras.

La guerra de trincheras o guerra de posición es una forma de hacer la guerra, en la cual los ejércitos combatientes mantienen líneas estáticas de fortificaciones cavadas en el suelo y enfrentadas. La guerra de trincheras surgió a partir de una revolución de armas de fuego y de un incremento en su poder. Hubo periodos de guerras de trincheras en la guerra civil Estadounidense (1861-1865) y en la guerra ruso-japonesa (1904-1905), pero su punto máximo de brutalidad llego en el Frente Oeste de La Primera Guerra Mundial. Estos huecos eran cavados de uno a dos metros de profundidad y se conectaban con otros para mayor movilidad de los bloques de combate.
La vida en las trincheras.
El tiempo que pasaban los soldados en los frentes eran breves, desde un día hasta dos semanas antes de ser relevado. La vida en las trincheras era muy dura para los soldados de ambos bandos. La falta de alimentos, el frío, el barro, entre muchos factores, hicieron de sus vidas miserables. El mal tiempo fue la maldición de las trincheras. Una simple lluvia podía transformar todo en un mar de lodo. La situación de los soldados empeoraba, se dificultaba el movimiento, las trincheras se llenaban de barro. El invierno fue extremadamente duro, con temperaturas cerca de los -20º.C. Era casi imposible moverse en las trincheras. No se podía hacer fuego y los que vigilaban de noche sufrían un verdadero martirio. Como resultado de estar expuestos largos períodos en la humedad y el frío, los hombres adquirieron el llamado “pie de trinchera”, azules y sin vida, propensos a sufrir gangrena.La vida en las trincheras fue debilitante en muchos aspectos, no sólo en lo físico, sino también en lo mental. Era aburrida y se tenía miedo a la muerte. Cada día moría gente, los soldados estaban a menudo cara a cara con la muerte. A veces los cadáveres se descomponían frente a las trincheras. La falta de sueño y la impotencia desmoralizaban las tropas. Los soldados se sentían miserables, deprimidos, agotados, sin ánimos para vivir. Muchos cayeron en desordenes mentales, especialmente durante los últimos años de guerra.
Los servicios médicos eran primitivos, y los antibióticos todavía no se habían descubierto. Heridas relativamente pequeñas podían ser mortales por culpa de infecciones y gangrena. Los alemanes registraron que un 12% de las heridas en las piernas y un 23% de las de los brazos ocasionaban la muerte del herido, principalmente por infección. Los estadounidenses constataron que el 44% de las bajas que desarrollaron gangrena terminaron muriendo. La mitad de los heridos en la cabeza murieron y sólo un 1% de los heridos en el abdomen sobrevivieron.
El enterramiento de un muerto era un lujo que ninguno de los bandos solía poder permitirse. Los cuerpos permanecían en tierra de nadie hasta que la línea del frente se desplazaba, y para entonces los cuerpos solían estar inidentificables. En algunos campos de batalla, los cuerpos no se enterraron hasta después de la guerra, y en el frente oeste todavía siguen apareciendo restos en los campos en donde se libraron las batallas.